El 5 de Diciembre de 1998 nació Renacer en Argentina, en la ciudad de Río Cuarto. Desde ese instante el grupo se ha extendido a varios países en nuestro continente y ha cruzado el océano Atlántico para tener presencia en Barcelona y otras ciudades de España. Esto implica un crecimiento vertiginoso y, ciertamente, mayor a cuanto podía no ya pensarse, sino siquiera soñarse.
De este crecimiento hemos sido responsables todos nosotros, en mayor o menor medida, debido, fundamentalmente, a la actitud con la que hemos afrontado un destino adverso, demostrando así a nuestras familias, a nuestros amigos, a nosotros mismos y a la sociedad entera que es posible sufrir con dignidad y, a partir de Renacer, levantarnos por sobre nuestro dolor para ayudar a un hermano que sufre. Renacer ha crecido de esta manera tan explosiva, no por la difusión periodística que cada uno haya podido darle, tampoco por un azar del destino o una circunstancia fortuita, sino que lo ha hecho por tener un mensaje tan poderoso que ha roto barreras sociales, culturales y geográficas. Mensaje del cual todos nosotros, aun sin darnos cuenta, hemos sido y somos portadores, pero que al mismo tiempo, y por el hecho de ser portadores de ese mensaje que nuestros hijos nos han dejado, nos añade una responsabilidad extra en nuestras vidas, cual es la de llevarlo con dignidad y honestidad.
Este mensaje no es, a su vez, un mensaje común. En él está el recuerdo y la memoria de nuestros hijos, esa memoria colectiva que los padres que hemos perdido hijos estamos ayudando a formar. Memoria que, a diferencia de muchas otras, no es de dolor, frustración o memoria en “contra de”, sino que es memoria de amor, memoria que se construye y se levanta a favor de la vida, dando cuenta así de lo más noble del ser humano: su dimensión espiritual —Goethe decía: la vida es amor, la vida de la vida es espíritu—, pero además, en este mensaje está implícita la esencia de Renacer, es decir aquello que hace que Renacer sea como es y sin lo cual no podría ser Renacer. Y es específicamente a este aspecto al que queremos dirigirnos hoy.
Esto es de particular importancia dado el crecimiento vertiginoso de nuestra tarea, al que ya nos hemos referido. Para darse una idea cabal de esto basta decir que el primer grupo de ayuda mutua que se formó en occidente es el de alcohólicos anónimos, que nació en USA en 1934 y tardó más de 25 años para cubrir ese país y Renacer en 14 años ha cubierto 9 países en 3 continentes. Pero este crecimiento tan rápido, al mismo tiempo que es motivo de alegría, debe serlo también de preocupación por la posibilidad de un crecimiento anárquico, tanto en sus fundamentos filosófico-antropológicos, como en la metodología a la que puede llevar una autogestión de cada grupo mal entendida. Esta es una posibilidad mayor en los grupos que son comparativamente más jóvenes y en aquellos que no participan de los encuentros latinoamericanos y de las distintas jornadas de capacitación en las que se vuelcan la continua capacitación así como el enriquecimiento aportado por distintos grupos al mensaje de Renacer. Esta anarquía puede producir problemas, tanto internos como externos. Pero también debemos saber que el mejor antídoto para todo tipo de dificultades es un conocimiento preciso de la esencia de Renacer, así como un discurrir en esta familia con honestidad conceptual.
En junio de 1997 escribíamos en la revista de Renacer que, desde el momento de su creación hemos trabajado, y debemos seguir haciéndolo, con aquello que es universal a nosotros, lo que es esencial a todos los padres que pierden hijos y esto es el sufrimiento que esa pérdida nos ocasiona y no las emociones o sentimientos que ese sufrimiento produce. Hemos puesto tanto énfasis en trabajar con aquello que es común a todos porque es precisamente la esencia, lo universal, lo que hay de común en las particularidades, lo que representa la unidad de la especie. Si trasladamos ahora esto a Renacer vemos que lo universal en las particularidades que somos cada uno de nosotros, con emociones y sentimientos tan personales y por ende disímiles, es el sufrimiento y que este universal representa, a su vez, la unidad de los grupos. Este universal es imperecedero, el sufrimiento siempre será sufrimiento —y lo que cada uno decida hacer con él—, mientras que las emociones y sentimientos son siempre perecederas y cambiantes, con el agregado que un sentimiento sólo puede ser reemplazado por otro sentimiento, y aquí vemos, implícito, un aspecto de fundamental importancia en el mensaje de Renacer: por amor a nuestros hijos, los que partieron y los que aún quedan, debemos reemplazar el sentimiento de dolor por un sentimiento de amor, y por que, como seres humanos que somos, podemos hacerlo, se transforma entonces y en nombre de ese mismo amor en un imperativo ético,como veremos más adelante.
Esta especie de introducción nos ha de abrir el camino para considerar los aspectos esenciales de Renacer a continuación:
1-El sufrimiento no es una enfermedad Hace ya 14 años, cuando iniciamos RENACER, lo hicimos con el firme convencimiento que el sufrimiento no era, ni lo será jamás, una enfermedad, sino una situación existencial, más aún, es una condición existencial del ser humano. Esto que parece ser una verdad de perogrullo adquirió su verdadera dimensión al cotejar nuestra experiencia, ya pasado algún tiempo, con la de otros grupos de autoayuda. Se hizo patente entonces que todos los grupos existentes trabajaban con enfermedades, fundamentalmente de tipo adictivo.
También se hizo evidente, a través de nuestro trabajo, que aún en casos de enfermedades el hombre no es su enfermedad, que el ser humano es infinitamente más que su enfermedad, y que precisamente en ese ser más que… es donde se hallaban los recursos necesarios para trascender esa conmoción existencial. El siguiente párrafo del libro “Una Vida Fascinante” de Elizabeth Lukas nos ayuda a comprender esto:
” Todo lo que el ser humano ‘tiene’ puede enfermar: cuerpo y alma. El intelecto y el sentimiento pueden ser perturbados por la enfermedad. A pesar de esto, nunca puede enfermar lo que la persona “es”: la persona espiritual. Por definición algo espiritual se encuentra más allá de salud y enfermedad, y por lo tanto más allá de la vida y la muerte. Por supuesto la persona espiritual que un ser “es” necesita de un medio de expresión, que el ser humano “tiene” en forma de su organismo psicofísico, similar a como la música necesita del violín para ser escuchada. Cuando el violín tenga un desperfecto (“está enfermo”) nadie dirá que la música tiene un desperfecto (“está enferma”); y cuando el violín se haya roto (“muerto”), de manera que nunca más pueda tener sonido, nadie dirá que la música se ha roto (“muerto”).
Es precisamente en esta dimensión espiritual donde se generan los fenómenos más humanos del hombre: el amor, la libertad y la responsabilidad y son estos fenómenos los que nos permiten darnos cuenta de un hecho capital para enfrentar nuestro destino: “una cosa es lo que nos ha pasado y otra cosa, y muy distinta, es lo que cada uno de nosotros decide hacer con aquello que nos ha sucedido” Nosotros, al igual que ustedes hemos perdido un hijo, pero el haber sufrido con dignidad, el haber sido capaces de levantarnos y tenderle una mano a muchos padres sufrientes, no puede ser visto como mérito de ese hijo sino como un homenaje a él, por nuestra decisión.
Hemos trabajado con el convencimiento que, al enfrentarnos a situaciones límite nos damos cuenta, quizás por vez primera que somos seres históricos, envueltos en nuestro propio devenir, que la historia ya realizada no puede ser cambiada, que no tiene sentido continuar rumiando eternamente sobre ese pasado, y que la salida existencial yace por delante nuestro, en lo que aún queda por realizar de nuestro futuro, en otras palabras, que la única manera de eliminar la oscuridad es dejando que entre la luz.
A lo largo de este trabajo con padres sufrientes y grupos de ayuda mutua hemos tratado de transmitir la idea de algo común a todos los grupos de ayuda mutua: esto es que todos tienen que ver con el sufrimiento humano, más allá del origen de ese sufrir y que por lo tanto deben estar orientados hacia el hallazgo de sentido en ese sufrimiento, que el objetivo común no debe ser no sufrir sino no sufrir en vano, que deben ayudar a sus integrantes, no a trabajar con los hechos del pasado que no pueden ser cambiados, sino a abrirse a ese mundo en el que esperan las posibilidades aun latentes en sus vidas, que deben ayudarlos a elegir correctamente entre todas las posibilidades, que deben encontrar las opciones con sentido, que deben emprender el camino, el único camino con sentido que esa conmoción existencial les plantea: el camino final de humanización.
Frente a esta opción nos encontramos con otras frecuentemente usadas en muchos grupos de ayuda mutua. Algunos trabajan arduamente hacia el autoconocimiento de lo que está mal en sus integrantes y en la elaboración de las emociones, las que por su propio carácter de transitoriedad desaparecen ni bien se encuentra un sentido al sufrimiento que las origina. Uno de los graves problemas de esta orientación hacia la autoobservacion es que lleva con frecuencia a cuadros de hipereflexión en los que se da vuelta continuamente, en círculos sin salida, sobre los problemas que aquejan a los miembros, llevando a estados de lamento continuo. Al respecto Elizabeth Lukas nos dice que son tres los peligros del continuo lamentarse:
1-Un sobredimensionar el motivo del lamento, el que es percibido en forma exagerada y atrae toda la concentración sobre sí mismo
2-El que se lamenta acrecienta su dolor y se siente cada vez peor: se ahoga en su pena.
3-La familia y la sociedad no lo toleran y abandonan al ser sufriente.
1ª. Preocuparse por el otro.
¿ Cuál es el primer paso en este largo y difícil camino que los grupos de ayuda mutua ofrecen? ¿ Cómo hacer para sacar a los integrantes de estados de profunda concentración en sí mismo y preocuparse por el otro?.
Se debe comenzar por aprender nuevas maneras de comunicación que partan desde lo mejor de cada uno hacia lo mejor del otro, aprender en ese proceso a ver al otro como aquel para quién yo soy el otro. Debemos darnos cuenta que no puede existir grupo de ayuda mutua alguno sin la presencia del otro hermano que sufre — ¿qué clase de grupo sería si yo fuese el único integrante?— Y lo mejor de cada uno es ese amor que aun tenemos, por nuestros hijos, por la vida, por Dios o por uno mismo, puesto que si los corazones estuviesen secos, sin nada de amor, nadie estaría en grupo alguno. Es entonces, a través de ese amor por el hermano que sufre y que está frente a mí, que podemos darnos cuenta que, en homenaje a nuestros hijos, hemos comenzado a reemplazar el sentimiento de dolor y desesperación por un sentimiento de amor.
Elizabeth Lukas nos deja la convicción de que “toda persona, aunque psíquicamente sea sumamente contrahecha y acorralada, podrá salvar su alma por la entrega de un poco de amor” Y el amor es humilde y es desapegado y es autorrenuncia, y estas tres características humanas han estado ausentes de la existencia en la mayoría de los integrantes de los grupos, y las tres son fenómenos que reflejan la autotrascendencia humana. Hemos llegado así a “descubrir” que la respuesta del hombre al sufrimiento yace en la trascendencia, y se hace evidente una conclusión más: el sufrimiento no puede ser curado, ni resuelto, ni elaborado, el sufrimiento sólo puede ser… trascendido.
2-El grupo se debe, por encima de todas las cosas, a los padres nuevos y a los que más sufren. Para hacerlo propone una tarea basada en la autotrascendencia, el sacrificio y la autorrenuncia. Por autotrascendencia entendemos la capacidad del ser humano de orientarse a algo o alguien que no es él mismo, como es una persona a quien amar, una tarea que cumplir, o bien hacia algo no concreto, como sucede con los valores de actitud que, si bien emanan del hombre, no están dirigidas a si mismo, sino a la vida, a Dios, o a nadie en particular. Estos tres sentidos de nuestra autotrascendencia confluyen en uno sólo, como quizás en ninguna otra ocasión en la vida, en los grupos de ayuda mutua: el ser sufriente a quien amar se vuelve la tarea a cumplir a través de los valores de actitud. Esta dedicación sin reparos a aquellos padres que recién ingresan o son más nuevos tiene una recompensa, no buscada, de enorme valor que reside en el hecho existencial de producirse el olvido del propio dolor al preocuparnos por el dolor de los demás.
Esta dedicación a los padres mas nuevos es cuestionada por algunos padres con mayor antigüedad en los grupos que expresan su preocupación por “continuar creciendo”, por seguir en el camino del “crecimiento interior”y ven este camino dificultado por esa dedicación. A esto contestamos con el mayor de los énfasis que, para Renacer Río Cuarto, el “crecimiento interior” tan buscado consiste en la cada vez más cercana aproximación a la compasión vivida(no reflexionada).En otras palabras: no se llega a ser compasivo a través de la lectura o la reflexión, sino merced al amor compartido con aquellos con quienes el destino común nos ha hermanado. En cuanto al dedicarse a los padres nuevos, ¿qué importa cuantas veces escuchemos a otros padres hablar de su sufrimiento, si nosotros mismos somos, cada vez, personas distintas? Por otra parte, todos los padres son libres de seguir buscando fuera de Renacer cuanta alternativa de crecimiento interior les sean factibles, y brindarlas, a su vez, en las mismas reuniones para el enriquecimiento de todo el grupo.
3-El sacrificio y el esfuerzo deben ser personales. Ellos deben ser parte de lo que nosotros, padres que hemos perdido hijos, estamos dispuestos a dar a la vida como un homenaje a esos hijos que tanto nos han marcado con su partida. RENACER no debe ser sólo un lugar donde vamos a buscar ayuda, no; es un lugar donde vamos a dar lo mejor de nosotros en nombre de todos los hijos que con su partida ( no una pérdida inútil) han contribuido a despertar espiritualmente a tantos padres, ayudando a hacer seres solidarios y compasivos, receptivos al dolor de los que sufren, y todo esto, sólo y únicamente por nuestros hijos, los que han partido y los que aún están físicamente con nosotros. Por este solo hecho la dimensión existencial, no importa cuan breve haya sido, de nuestros hijos se acrecienta con cada palabra de aliento, de esperanza que sale de nuestros corazones. Y esto es amor, ese amor incondicional que ni siquiera necesita de la presencia física del ser amado. Y cuando este amor se vuelca a la vida, como decía Rilke, con toda su tragedia y su belleza, la vida misma nos protege, nos defiende y poco a poco nos damos cuenta que somos parte de ella, que nada sucede porque si, que quizás perder un hijo era en realidad nuestro destino, de que finalmente estamos en paz con la vida misma, como decía Amado Nervo; ” Vida, estamos en paz, nada me debes, nada te debo”. Si en lugar de vida quieren poner Dios, es exactamente lo mismo, utilizamos el término vida porque llega aún a los agnósticos.
Por esto decidimos desde el primer día que la tarea del grupo debía ser llevada a cabo con nuestros propios recursos. Es muy fácil hacer cosas con dinero de otros, en especial de políticos, pero hacer eso sería un pobre homenaje a nuestros hijos. Es por esto que decimos no a la personería jurídica (institucionalización), para no poder pedir dinero a nadie en nombre de RENACER.
4- La tarea de Renacer es solidaria y gratuita
5- Renacer no se identifica con causa alguna mas allá de su misión.
6- Renacer no tiene preámbulos. Esto se basa en el hecho que al preambulizar se esquematiza y limita lo que debe fluir como la vida misma; es la pérdida de las infinitas posibilidades en el altar de la forma (lo ya escrito). Los preámbulos pueden ser necesarios para otros grupos de ayuda mutua, sobre todo aquellos que tienen que ver con adicciones, en los que es necesaria una severa reglamentación, pero en modo alguno son aplicables a Renacer, puesto que la vida y la muerte siguen siendo un misterio ante el que el hombre sólo puede inclinarse y tratar de verlo con los ojos de un nuevo hombre, por primera vez.
7-Objetivos de Renacer
A) Enfrentar el dolor (la realidad dolorosa)
B) Aprender de esta realidad que nos toca vivir
C) Buscarle al sufrimiento un sentido, y en este proceso
D) Dar un nuevo significado a la vida.
De esta manera dejamos amplia libertad a cada padre para que haga su aprendizaje y encuentre sentido a su vida, a su sufrimiento. Así, el padre que a través del dolor descubre (asombrado) su dimensión espiritual, y a través de ella su capacidad de trascender y renunciar a su sufrimiento, lo hará a través de lo que escucha, cada vez diferente, en RENACER; de su propio camino intuitivo, alimentado por el AMOR que encuentra en el recibimiento y en las reuniones en si, y no lo hará porque lo leyó en los objetivos. Así también decimos que la paz y la serenidad no son un objetivo en si mismos, sino el resultado de una tarea bien hecha: al trascendernos para acercarnos al otro ayudándolo a recuperar la esperanza, nace en nosotros una paz interior profunda y perdurable.
8–La más absoluta horizontalidad y abarcabilidad de los grupos.Somos todos absoluta y totalmente iguales porque todos hemos entregado hijos a la vida antes de lo deseado, sin importar la edad o causa de la partida; lo que nos une es el sufrimiento común. Mientras en el mundo exterior —léase trabajo, entretenimientos, amistades— muchas cosas nos separan, en Renacer debemos trabajar con aquellas que nos unen. Hubo, en la historia de Renacer, padres que quisieron hacer subgrupos de afinidades por compartir las causas de la partida de sus hijos, y el primer intento fue el de hacer un Renacer para padres jóvenes. De haber prosperado esta idea hoy habría subgrupos para padres de hijos muertos por accidentes, por asesinato, por suicidio, por cáncer, por SIDA, por mala praxis y así sucesivamente, pero lo que ya no existiría es Renacer, y entonces estaría cada uno por su lado buscando justicia, porque los subgrupos por afinidades se convierten rápidamente en grupos de victimas, y la característica de las victimas es que transfieren la responsabilidad por su destino a quien o quienes consideran sus victimarios.
9– No tenemos personería jurídica. Este es un punto muy importante del mensaje de Renacer. Nosotros estamos convencidos que cuando muere un hijo algo nuestro muere, pero también sabemos que podemos elegir entre dejar morir nuestro ser o dejar morir nuestro ego. Si dejamos morir nuestro ser el mensaje final que damos a la sociedad es que nuestros hijos que partieron han sido nuestros verdugos, y este es un mensaje que ningún padre quiere dar, por lo que la única alternativa que nos queda es dejar morir nuestro ego, hecho que por otra parte, es consistente con la experiencia de cuanto grupo de ayuda mutua o autoayuda existe, en cuanto la actitud de humildad es imprescindible para superar toda crisis. Pero, si hemos decidido dejar caer nuestro ego no queremos tener personería jurídica puesto que implica la necesidad de cargos y ello trae aparejado un reverdecer del ego y en cuanto este aflora es entonces nuestro ser el que sufre y cae. De manera que la creación de cargos en Renacer atenta de igual manera contra la horizontalidad del grupo y contra su fundamento antropológico. Existe otra razón para oponerse a la existencia de cargos en Renacer y es el hecho que ningún padre puede, ni podrá jamás, ordenarle a otro padre lo que puede o no hacer y a tal efecto vale recordar que estamos en el grupo por nuestros hijos que han partido y no por mérito personal y en varios encuentros nacionales y latinoamericanos hemos dicho, respecto a la igualdad que debe existir entre los padres, que “ aquel que quiera levantar su cabeza por encima de otro padre, cuando mire hacia abajo se dará cuenta que está parado sobre el cadáver de su hijo” Por último, por si lo anterior no fuese suficiente, existe otra razón, que hemos mencionado anteriormente, para no tener personería y es que sin ella es imposible pedir dinero a nadie, en especial a quienes puedan luego reclamar una “devolución de favores”.
10- Porque Ayuda Mutua y no Autoayuda. – Si bien RENACER nació como grupo de autoayuda, desde hace más de 6 años se ha cambiado éste término por el de ayuda mutua. En la elección del término ayuda mutua por sobre autoayuda hemos respetado el concepto frankleano de la felicidad como resultado y no como meta, y consideramos que la ayuda a uno mismo es el resultado de una tarea adecuadamente cumplida que consiste en la ayuda a un hermano que sufre y en ese proceso de ayudar a otro me ayudo a mi mismo en una tarea de ayuda mutua. Esta vuelta de tuerca existencial que va de “recibir para después dar” (tan frecuente en los “preámbulos” de grupos de autoayuda) hacia el “dar para recibir” de Renacer, es consistente con el postulado cristiano y reafirma la autotrascendencia del ser humano que se reconoce en la siguiente frase de Frankl: ” El hombre que se levanta por sobre su dolor para ayudar a un hermano que sufre trasciende como ser humano”, uno de los lemas de Renacer.
Se nos ha dicho que cuando perdemos un hijo estamos tan llenos de dolor que no tenemos nada para dar salvo dolor y desesperanza y que como podemos, entonces, ir a un grupo a dar algo de nosotros, y esto quizás ha sido cierto hasta que llegó RENACER a proponer un cambio existencial, a decir que la pérdida de un hijo es una condición permanente, pero el sufrimiento que ello produce no debe ser permanente y que, aun inmersos en las más profundas crisis, siempre nos queda la libertad para decidir la actitud con la que hemos de enfrentar nuestro destino. Siempre que perdemos un hijo estamos dando algo al mundo: ¿qué damos? Nada menos que una señal, un mensaje que toda la sociedad percibe, un mensaje que damos con nuestra actitud y que por lo tanto perdura y con el que sólo podemos decir dos cosas: que la muerte todo lo puede, que el amor es incapaz de derrotarla, que todo está perdido, que después de todo los hijos que partieron fueron artífices de nuestra destrucción, o podemos decir que fuerte como la muerte es el amor, que hemos decidido vivir después de todo, con la frente alta y como homenaje a nuestros seres queridos que nos han precedido en ese viaje evolutivo que llamamos muerte, y que siempre nos acompañan y esperan de nosotros sólo lo mejor.
Como vemos, aún sin saberlo estamos dando desde el primer momento, y es aquí, entonces, que RENACER nos pide, nos mueve a que demos lo mejor de nosotros, a que demos el mensaje que es nuestro lema ” A Pesar de Todo Sí a la vida”, pero a una vida de amor y plena de sentido, pues fuerte como la muerte es el amor.
Hemos aprendido que la felicidad no es una meta, sino que nos es otorgada como resultado de una tarea cumplida adecuadamente, y que mejor tarea para hacernos felices, que aquella que llevamos a cabo en nombre de nuestros amados hijos, y esto es precisamente lo que hacemos al ayudar a otros padres que han perdido hijos. Si conseguimos que esto se transforme en una misión para nosotros, con todo el significado que esa palabra tiene, habremos encontrado una verdadera y valiosa razón para seguir viviendo, aparte de los hijos y familiares que quedan, es decir algo para que vivir por nosotros mismos, y nos trae a la memoria esa frase de Nietzsche, tan citada por Frankl :” Quien tiene un por qué vivir, siempre encuentra el cómo “
A lo largo de estas líneas nos hemos acercado a una nueva propuesta para los grupos de ayuda mutua, a un nuevo camino a recorrer por los seres sufrientes; camino que partiendo de la desesperanza de la soledad existencial y un sufrimiento sin sentido aparente, nos conduce a una existencia valiosa, auténtica, que se afirma a sí misma en una lucha laboriosa y honesta, no para no sufrir, no para olvidarnos, sino para reafirmar nuestra firme decisión de volver a empezar una y cuantas veces sea necesario, pero haciéndolo con la frente alta, mereciendo, como decía Dostoievsky, ser dignos de nuestro sufrimiento pues igualmente digno y valioso es el origen de ese sufrir.
Y poco a poco se va haciendo evidente que la propuesta de RENACER, aún como grupo de ayuda mutua, va mucho más allá de un mero confortar a los que sufren, va transformándose en un imperativo ético. Heidegger define la ética como el pensar (y actuar) que afirma la morada del hombre en el ser. En otras palabras, es el camino que lleva al hombre a su ser, el camino que lo lleva a alcanzar su humanidad. Es el camino final de humanización propuesto anteriormente. Y no puede ser otro que éste el camino que nuestros hijos —los que partieron y los que aún están—, la vida y nosotros mismos merecemos y que, al mismo tiempo, ha de proteger a RENACER de todos los peligros y dificultades que tendrá que enfrentar a lo largo de su historia.
También se nos podrá objetar que es un camino difícil y que quizás no todos puedan seguirlo, se nos propondrán alternativas más fáciles y más tentadoras y frente a eso sólo podremos escuchar a nuestra conciencia y la silenciosa voz de nuestros hijos que siempre ha de estar en ella ,que han de indicarnos el camino más valioso, no el más fácil. Por eso RENACER nos pide que tomemos el camino más valioso, aquel que nos lleva a renunciar a nosotros para pensar en el hermano que sufre. Pero ésta demanda que recae sobre nuestros hombros no queda sin recompensa, puesto que mientras más renunciamos a nosotros, mientras más nos olvidamos de nosotros y nuestras emociones, más cerca estamos de nuestra esencia, de aquello que verdaderamente somos: Seres humanos, y hemos así recorrido el camino ético que RENACER pretende, el camino que nos lleva a nosotros, los hombres, a vivir en el ser.
Porque después de todo
“No somos lo que recibimos de la vida sino lo que devolvemos a ella
Y hemos decidido devolver una obra de amor porque en ella está el
recuerdo y la memoria de nuestros hijos, los que partieron y los que aún están”
Alicia Schneider-Berti ,Gustavo Berti
25 de noviembre de 2002