Autor: Mensaje de Renacer
Siempre que perdemos un hijo estamos dando algo al mundo ¿qué damos? Nada menos que una señal, un mensaje que toda la sociedad percibe, un mensaje que damos con nuestra actitud y que, por lo tanto, perdura y con el que sólo podemos decir dos cosas: que la muerte todo lo puede, que el amor es incapaz de derrotarla, que todo está perdido, que después de todo los hijos que partieron fueron los artífices de nuestra destrucción, o podemos decir que fuerte como la muerte es el amor, que hemos decidido vivir después de todo con la frente alta y como homenaje a nuestros seres queridos que nos han precedido en ese viaje evolutivo que llamamos muerte y que siempre nos acompañan y esperan de nosotros sólo lo mejor.
Aún sin saberlo, estamos dando desde el primer momento una señal, es aquí, entonces, que Renacer nos mueve a que demos lo mejor de nosotros, a que demos el mensaje que es nuestro lema “A pesar de todo, sí a la vida”, pero a una vida de amor y plena de sentido, pues fuerte como la muerte es el amor.
Hemos aprendido que la felicidad no es una meta, sino que nos es otorgada como resultado de una tarea cumplida adecuadamente y qué mejor tarea para hacernos felices, que aquella que llevamos a cabo en nombre de nuestros amados hijos y entonces, precisamente, es lo que hacemos al ayudar a otros padres que han perdido hijos.
Si conseguimos que esto se transforme en unamisión para nosotros, con todo el significado que esa palabra tiene, habremos encontrado una verdadera y valiosa razón para seguir viviendo, aparte de los hijos y familiares que quedan, es decir algo para qué vivir por nosotros mismos, y nos trae a la memoria esa frase de Nietzsche, tan citada por Víctor Frankl: “Quien tiene un por qué vivir, siempre encuentra el cómo.”
Renacer ha acercado una nueva propuesta para los padres que enfrenta la muerte de sus hijos, un nuevo camino a recorrer, camino que partiendo de la desesperanza, de la soledad existencial y de un sufrimiento sin sentido aparente, nos conduce a una existencia valiosa, auténtica, que se afirma a sí misma en una lucha laboriosa y honesta, no para no sufrir, ni para olvidarnos, sino para reafirmar nuestra firme decisión de volver a empezar una y cuantas veces sea necesario, pero haciéndolo con la frente alta, mereciendo ser dignos de nuestro sufrimiento, pues igualmente digno y valioso es el origen de ese sufrir.
(Del Mensaje de Renacer: En esencia y fundamentos de Renacer)
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